sábado, 26 de abril de 2014

Por una Universidad al servicio de nuestros pueblos.

Documento que presentó el Kirchnerismo en la elección del Rector de la Casa de Altos Estudios de La Plata.



En la universidad argentina actual se produce el encuentro entre sujetos políticos con diversas trayectorias: aquellos que pasaron por los peores tiempos de la dictadura sufriendo la muerte, la desaparición, la persecución permanente, el exilio; los que vivieron la primer década democrática y recuperaron cátedras, centros de estudiantes, quienes con intensos y fuertes debates abrieron los claustros; los que resistieron de modos diversos los intentos de arancelamiento, restricciones y ajustes presupuestarios múltiples con los que el neoliberalismo atacó directamente la universidad pública durante los noventa y principios de este siglo. Así también los que actualmente viven los tiempos de estos últimos 11 años con el mayor presupuesto de la historia, con obras permanentes, apertura de nuevas universidades, mejores salarios docentes y no docentes, participación en políticas públicas, con un Estado presente y protagónico en la vida de nuestra sociedad con las universidades nacionales como herramientas estratégicas.
Esta es la época donde la Universidad Nacional de La Plata recibió desde el gobierno nacional 300 millones de pesos a valor nominal de obras (de los 1.000 millones invertidos en todas las universidades nacionales del país), que permitieron construir y recuperar unos 50.000m₂, equivalentes al 20% de la superficie que hasta ese momento tenía la UNLP.
En términos nacionales es el tiempo en el que el presupuesto universitario pasó de 2000 millones de pesos en 2003 millones a más de 16.000 millones en 2011. Desde 2003 a la fecha se crearon 9 universidades nacionales, llegando a un total de 47 distribuidas en todo el país, ampliando la oferta de carreras y la cobertura geográfica: hoy todas las provincias del país cuentan con una universidad nacional en su territorio. Además de crear el Ministerio Nacional de Ciencia y Tecnología, se repatriaron 1000 científicos a través del programa R@ICES consiguiendo que Argentina tenga 3 científicos cada mil habitantes, la cifra más alta en América Latina. Se crearon el Instituto Nacional de Formación Docente y el Plan Nacional de Formación docente. Además, también se incrementó exponencialmente los programas de becas universitarias que pasaron de 2756 en 2003 a unas 48401 en 2011. De esta manera, la matrícula universitaria creció un 28%, con 1.808.000 estudiantes. Los egresos aumentaron un 68% en una década: de 65.000 en 2001 a 109.000 en 2011. En síntesis,  mientras en 2002, Argentina destinaba el 5% de su PBI al pago de la deuda externa y el 2% a la educación; hoy se revirtió ese esquema y destinamos el 6,50 % del PBI a la educación y la cultura.
También, cabe destacar la firma en el año 2006 del Convenio Colectivo de Trabajo del Personal  Nodocentes. Bandera por la cual durante décadas lucharon muchos compañeros organizados en ATULP, algunos incluso perdiendo su vida, y que se hizo realidad con el acuerdo alcanzado entre la Federación del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN) y el Estado Nacional encabezado por el compañero Néstor Carlos Kirchner. Este logro clave para el sector permitió, entre otras cosas, regular las condiciones de trabajo, aportar reglas de juego claras y un considerable aumento salarial, herramienta que cerrado su financiamiento se actualiza anualmente gracias al sostenimiento de la Paritaria General, cumpliendo así con la demanda de dignidad de los trabajadores, sin duda uno de los pilares del sistema universitario.
Vivir este tiempo de “década ganada” nos implica compromisos: por eso venimos a proponerle a todos los actores universitarios, de diversas trayectorias, que es el momento de celebrar lo conseguido para ir por más, para ampliar el camino hacía una Universidad cada día más pública, inclusiva y popular.
El compromiso, el desafío, el sueño de construir una Universidad de los pueblos nos encuentra en el periodo más extenso de gobiernos constitucionales que haya tenido nuestro país. Ya hay docentes, no docentes, graduados y estudiantes que nacieron y crecieron en democracia. Estos 30 años son el piso de nuestra democracia y los últimos 11 los que nos marcan el rumbo. Esta es la base sobre las que se asientan nuestras aspiraciones y perspectivas político/académicas. Desde estas experiencias, saberes y prácticas consideramos oportuno el momento para explicitar una propuesta que tenga como objetivo estratégico construir más poder popular en nuestra Universidad Nacional de La Plata.
Este poder popular, sueño colectivo de docentes, no docentes, graduados y estudiantes tiene sus tradiciones en las cuales nos reconocemos: esas matrices nacionales, populares y latinoamericanas de luchas por la emancipación. Desde estas referencias proponemos una Universidad de los pueblos que implique el compromiso actual con lo conseguido para ir por más, para soñar nuestra posteridad en consonancia con las políticas de Estado actuales y su continuidad en los claustros universitarios.
En el mismo sentido, es necesario que la “memoria, la verdad y la justicia” guíen nuestras acciones de manera permanente a partir de acciones políticas/académicas que no permitan las prácticas sociales vinculadas al genocidio de la última dictadura cívico-militar que tuvo a nuestra región en general y a nuestra Universidad en particular como víctima de la represión planificada. Esto implica no aceptar personas en cualquier cargo universitario o proveedores o vínculos comerciales, mediáticos, académicos con ámbitos, sujetos o empresas, que hayan sido acusados e imputados por delitos de lesa humanidad. La profundización de la democracia se construye a partir de la justicia, en la búsqueda de la verdad y sin perder la memoria.  
A partir de lo expuesto, en línea con los objetivos estratégicos del gobierno nacional para la educación superior, en cuanto políticas de Estado orientadas a profundizar la función social de la universidad pública, integrando el conocimiento académico, teórico y práctico de los claustros universitarios con las problemáticas más urgentes de nuestro pueblo; proponemos las siguientes objetivos para nuestras acciones en común:
·        “Avanzar en la discusión acerca de un nuevo modelo de universidad, de su vinculación con la sociedad y el modelo productivo del país y su rol en el crecimiento y la igualación social que debe cumplir, de cara a una pendiente reforma de la actual Ley de Educación Superior”
·        Incorporar a la currícula universitaria prácticas académicas y comunitarias obligatorias, con carácter solidario y como una forma de poner el saber al servicio de la sociedad.
·        Programas integrales de investigación/extensión para no pensar las intervenciones universitarias como ámbitos escindidos, sino como políticas públicas que conjuguen la producción del conocimiento con los múltiples saberes de nuestros pueblos como modo para encontrar soluciones concretas a los problemas de nuestras comunidades.
·        Funcionamiento permanente y regular del Consejo Superior de la UNLP como ámbito de debate y materialización de propuestas para con los problemas de los claustros universitarios, pero fundamentalmente para con las circunstancias que vivamos como Nación.
·        Profundizar las políticas de inclusión y retención con un crecimiento paulatino de los cargos docentes necesarios para la formación de grado.
·        Promover la creación de áreas de concursos docentes en cada uno de los colegios del sistema preuniversitario, tal como ocurre en las facultades.
·        Garantizar la potestad de las unidades académicas en la designación de sus evaluadores y en la definición de sus líneas prioritarias, tanto en la investigación como en la extensión.
·        Modificar los estándares de evaluación y acreditación de las unidades de investigación, así como las tablas de disciplinas y campos de aplicación, adecuándolos a las realidades, demandas y prioridades de cada Unidad Académica.
·        Direccionar los programas, convenios, actividades curriculares o extracurriculares hacia las unidades académicas competentes de acuerdo a la incumbencia profesional, evitando superposiciones con el nivel central.
·        Renovar el compromiso de toda la comunidad académica de la UNLP en el cumplimiento del estatuto y el respeto de todos los actores frente a las decisiones que democráticamente adopte el Consejo Superior.

Estas propuestas y las que surjan de nuestro trabajo en común, tienen como punto de partida, como acuerdo de principios construir en forma permanente una universidad donde la soberanía del saber este al servicio de nuestros pueblos, por que como nos enseñó nuestra compañera Evita: “El amor alarga la mirada de la inteligencia”.

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