jueves, 5 de junio de 2014

Amanecer de una gran Argentina


Por Juan Pablo Cohen

“LUCHAREMOS por mantener una real e integral Soberanía de la Nación; por cumplir firmemente el mandato imperativo de su tradición histórica; por hacer efectiva una absoluta, verdadera y leal unión y colaboración americana y cumplimiento de los pactos y compromisos internacionales.” Proclama revolucionaria redactada de puño y letra por Juan Domingo Perón, el 3 de junio de 1943

El 4 de junio de 1943 es una fecha de carácter transcendental para nuestra historia porque da inicio a una revolución militar que buscará romper con años de sometimiento por parte del Estado Nacional a los intereses del Imperio británico y de sus representantes locales sumergidos en las ideas liberales, que ya desde el fin de la Primera Guerra Mundial venían en decadencia, deslegitimadas y repudiadas por los pueblos de todo el mundo.
Es necesario hacer hincapié en un hecho de estas características por diversos motivos. La Revolución de 1943 viene a traer a la Argentina una idea distinta de gobierno, un Estado Nacional forjador de su propio destino, buscador de la grandeza nacional y fuertemente arraigado a nuestro pasado criollo, cristiano e hispánico. En marzo de 1943 nacerá el GOU (Grupo de Oficiales Unidos), sus principales jefes y oficiales fueron militares del calibre de Farrel, Mercante, Lagos y tantos otros. Lo cierto es que entre todos ellos emergerá la figura y el liderazgo carismático de uno en particular: el Coronel Juan Domingo Perón. La revolución del 4 de junio es importante porque marca la entrada de Perón a la vida política argentina, desde aquí el entonces Coronel hará carrera y construirá, desde su gestión en el Ministerio de Guerra y en la Secretaria de Trabajo, las bases de lo que luego se transformará en el Movimiento político más grande de todo el Occidente. El 4 de junio de 1943 es antecedente inmediato del 17 de octubre de 1945 y del 24 de febrero de 1946.
Quizás es esta trascendencia la que ha hecho que la historia oficial buscara eliminar dicho acontecimiento sacándole su carácter revolucionario y nacional, queriendo simplemente presentarlo como un Golpe de Estado llevado a cabo por un sector de nuestras FFAA simpatizante de las ideas nazi-fascistas que sacudían la realidad europea de aquel entonces. Esa lectura tan sesgada sólo pudieron pensarla aquellos que a lo largo de nuestra historia como joven Nación se dedicaron a admirar a los Imperios de Occidente e intentaron copiar sus costumbres, su cultura y sus tradiciones queriendo trasladarlas y replicarlas en nuestra Patria, sometiéndola, poniéndola al servicio de aquellos, borrando todo rasgo de cultura propia y proponiendo gobiernos que cumplieran el simple rol de ser intermediarios entre los Imperios de turno y sus intereses en nuestro país.
La revolución se puso al frente del Gobierno Nacional e inmediatamente tomó postura en torno a los conflictos del momento. En materia política, plantó neutralidad ante el conflicto bélico que sacudía a Europa, al igual que Don Hipólito Irigoyen en la Primera Guerra Mundial. En materia educativa, se instaló la educación religiosa, decisión que dio lugar al ataque de liberales y marxistas, unidos bajo la bandera del bloque aliado de la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética). No sería ni la primera ni la última vez que estos sectores harán una lectura tan errada de la realidad (ejemplo de esas alianzas son la conformación de la Unión Democrática en 1945 o la adhesión de ambos sectores al Golpe de Estado de 1955 en el que sectores del marxismo y liberales recibieran con honores a los marinos asesinos bajo el mando de Isaac Rojas o, más contemporáneo aun, el año 2008 con la oligarquía y la izquierda antinacional marchando juntas queriendo destituir al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner). La promoción social del trabajo fue otro bastión de la revolución. El otorgamiento de derechos a los trabajadores será pilar fundamental para que Juan Domingo Perón, desde la Secretaria de Trabajo, pudiera unificar al Movimiento obrero bajo su ala y se consolidara, un tiempo después, como el líder indiscutido de los trabajadores y del Pueblo argentino.
El levantamiento de los militares del GOU vino a combatir a los entregadores de la Patria, se plantó ante ellos, poderosos y perpetuados desde hacia décadas en el poder. La Argentina salía de la Década Infame, década que se caracterizó por el fraude electoral y la corrupción política, por la entrega del patrimonio nacional, el vaciamiento no sólo económico sino también cultural de nuestra Patria. El liberalismo que había emergido bajo la figura de Bartolomé Mitre, allá por mitad del Siglo XIX, había logrado impregnarse en nuestra sociedad transformándola, haciéndola olvidar de sus valores principales, de sus héroes libertadores, de sus caudillos provincianos, en fin, de todo lo que representaba a nuestra joven historia. Después llegaría el Peronismo y la historia cambiaria rotundamente, pero este hecho anterior a nuestro Movimiento, debe ser recordado por todos nosotros porque da inicio desde el cual empezar e intentar comprender el por qué del Peronismo. Y es que no puede pensarse a la revolución de 1943 como un hecho aislado en nuestra historia ya que es un momento fundacional que nos muestra otra manera de entender la política, el rol del Estado, al servicio del Pueblo y de la Patria.
Y hoy en día es más que importante recordar a una fecha como esta, ya que en la Argentina estamos viviendo un proceso que desde hace más de diez años cambió justamente la manera de entender el rol que debe ocupar el Estado Nacional, rol que, al igual que en aquel entonces, debe ser el de estar presente en cada necesidad de los argentinos en cada rincón del país. Pero no podemos olvidarnos de esto: no hubiera existido 25 de mayo de 2003 sin las jornadas del 20 y el 21 de diciembre del 2001, en donde no los militares, sino el Pueblo en la calle dijo basta a la segunda década infame de nuestra historia. Y así, después de más de una década de neoliberalismo y riquezas para unos pocos que se llenaron los bolsillos y que se ocuparon llenaron las arcas de los grandes capitales, ahora financieros, la Argentina logró salir de una crisis a la que nunca más podemos permitirnos volver. Y esta no fue una crisis económica, sino que al igual que antes de Perón, hablamos de una crisis más compleja, de pérdida de la identidad, de la cultura, del quiénes somos y hacia dónde vamos o queremos ir. Argentina está salvada mientras mantenga vivas sus raíces y recuerde fechas como el 4 de Junio de 1943, fecha desde la que luego se impulsaría el liderazgo indiscutido de Perón y fecha en la que se sentaron las bases para lo que luego será nuestro tan querido Movimiento, el Justicialismo. Y es que la historia puede repetirse, pero si eso pasa es necesario haber aprendido de ella, para seguir profundizando, para seguir consolidando, para seguir construyendo la Patria de aquellos que la historia oficial buscó silenciar y que nosotros no podemos permitirnos olvidar.

MARCHA EN HONOR DE LA REVOLUCION DEL 4 DE JUNIO DE 1943

Renació la esperanza en los hogares
brilla el sol con más fuerza y esplendor
ondea majestuosa en tierra y mares
la bella y arrogante bicolor
La justicia apoyada en fuerte brazo
une al grande y al pobre en su equidad
cobarde si no habeís de dar el paso
invencible de la argentinidad.

4 de Junio, jornada redendora de la patria
el civil de bien y el soldado leal
guardan tu gloria inmortal...
4 de Junio, olímpico episodio de la historia
triunfa la razón, grite el corazón:
¡ honradez, libertad y honor!

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